A Almudena Grandes, especialmente a su personaje
la abuela Soledad, de la novela
"Malena es un nombre de tango"
que bastante tiene que ver con esto
Como es tu
casa?
Leí los otros días una frase que decía: “En casa de
derechas, hay productos de limpieza; en casa de izquierdas, libros.” Y más allá
de cierto tono casi de agravio, o peyorativo, tiene cierto sentido de lógica.
Lógica porque desnuda el sentido profundo de quienes allí habitan. Sin ánimo de
generalizar, porque obviamente no siempre es así, no quiere decir que quien es
de derecha sea menos preparado, menos “inteligente”, y quien es de izquierda
más “cultivado”, más “sabio”. Es simplemente que quien es de izquierda tiene
una tendencia innata a indagar, a cuestionar, a buscar soluciones distintas a
las que, a ojos vista, lleva cada día a una situación peor para las grandes
mayorías. Por el contrario, quien es de derecha está feliz del mundo en que
vive, cree que es el ideal, y la figura de los productos de limpieza, más que
primordialmente signifique limpiar todo aquello que se pueda corregir para
mejorarlo (aunque muchos puedan pensar sinceramente que ese es el objetivo)
lleva implícito el desdén, el miedo a todo aquellos que no están de acuerdo con
ese mundo que ellos defienden. Que esta figura lleve implícito muy dentro un
cierto afán de totalitarismo, es casi una verdad de Perogrullo.
Sin embargo, siempre se asocia el totalitarismo con la
izquierda. Porque ocurre esto? La respuesta es demasiado obvia en la historia
de todos los totalitarismos de izquierda en todo el mundo. Pero esa es una
respuesta superficial. Como es posible que, si aquel que es de izquierda es
quien en principio tiene más conciencia social, mayor interés en el bienestar
de sus semejantes, termine siempre deviniendo en un totalitarismo que termina
siendo algo totalmente contrario a lo que sus ideas propugnan?
La respuesta me viene, y sin el menor ánimo de
pedantería, o de creerme más inteligente o más capaz que nadie, tal vez de una
inclinación innata a observar, a analizar las actitudes o motivos de la gente
(me resulta casi divertido, en las redes, como a través del más mínimo
comentario, de las respuestas más ínfimas, ser capaz de presentir cuando esta
es limpia, honesta, sin segundas intenciones –aunque supongo que les pasa a
muchos, pero a veces es una intuición que asusta-)
Desde muy adolescente iba con mi padre ( una especio
de filo-peronista de izquierda, aunque tal vez no claramente definido) a casa
de un abogado –el único desaparecido que conocí personalmente- que hasta el 74
se dedicaba a defender presos políticos, pero cuando presintió como venía la
mano, se alejó de todo eso, aunque seguramente figuraba en la agenda de
alguien, y eso le costó.
En esa casa se reunían siempre toda clase de
intelectuales, músicos, artistas, todos, absolutamente todos de izquierda,
marxistas, leninista, trotskistas, aunque ninguno abiertamente subversivo
(aunque probablemente, alguno haya habido). Y cuál era la característica casi
común a todos ellos? Que todos estaban fuera de los partidos, sea comunista,
socialista o lo que fuera.
Y así fui conociendo, a lo largo del tiempo, a muchos
auténticos izquierdistas, gente honesta, sincera, comprometida, que
invariablemente guardaban esa característica: estar fuera de los partidos (de
izquierda, se sobreentiende). Si alguna vez fueron afiliados, terminaron
alejándose. Pero conservaron sus auténticos ideales.
La razón de estos alejamientos es muy simple, y tiene
que ver con esa falsa dicotomía que intentan vendernos desde siempre para
engañarnos –aunque muy en el fondo siguen existiendo-.
El mundo, en su gran mayoría, está regido por las
estructuras de la derecha. Y los partidos políticos son parte de esa
estructura, que no es más que un engaño para las masas. Cuando una “ideología”,
por más revolucionaria que sea, se aglutina para formar un partido político, ya
está siendo deglutida por esa estructura que supuestamente quiere modificar. Y
termina degenerando en eso que, así se quiera atribuir a la autodefensa o al
temor, es el objetivo final de una estructura de ese tipo.
La estructura que rige el mundo se basa en valores que
están muy por encima del ser humano. El poder, el dinero, el sexo, la
propiedad, la ley, están muy por encima de él. Aquellas personas que son, por
llamarlas de alguna manera, “revolucionarios” que trabajan y luchan por
subvertir este orden antinatural, los realmente auténticos, pretenden crear un
mundo donde el ser humano sea el valor central, donde todos los demás valores
estén supeditados a él.
Por eso existe el anarquismo, que si en un tiempo fue
identificado como destructor, tira bombas, el verdadero anarquismo es aquel que
pregonaba –y nunca me voy a cansar de citarlo- Giovanni Pappini: “ Para que el
anarquismo sea posible, deberíamos ser todos justos.” Por eso existe el
Humanismo. No así el liberalismo que, mal que le pese a muchos, es más de lo
mismo.
Si algo es necesario para corroborar todas estas
especulaciones, no hace falta más que ver la mayor mentira de la historia que
estamos viviendo en estos días.
O no esta acaso
el mundo entero, regido casi absolutamente por gobiernos de derecha, complotado
contra el ser humano –con la complicidad de la iglesia, que no es más que otro
brazo de la gran farsa que nos rige- para llevarnos hacia un mundo de comunismo
global absolutamente totalitario?
Esta farsa que vivimos ha hecho caer todas las
caretas, de todas las mentiras que nos han contado a lo largo de la historia.
Los auténticos
despiertos tenemos que empezar a ser conscientes de estas realidades.
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